Para los amantes de las comodidades y de la cocina de alto nivel, la laguna ofrece también itinerarios muy exclusivos. Frente a la Iglesia de la Salud del barrio Dorsoduro de Venecia se encuentra la isla de Giudecca, parte integral del centro histórico, aunque separada por un ancho canal. A pesar de que esta isla sea medio despreciada por los venecianos “bien”, debido a que aquí se encuentra la cárcel de Venecia y los barrios obreros, en Giudecca se concentran algunos de los más exclusivos hoteles de Venecia.
El Bauer Palladio Hotel & Spa, por ejemplo, acoge a los huéspedes en un ex convento proyectado en el siglo XVI por el gran arquitecto Andrea Palladio. Junto está la iglesia Delle Zitelle y el Hotel Cipriani, probablemente el más famoso de toda Venecia y el lugar donde se sirve el mejor aperitivo Bellini. Y el nuevo hotel Molino Stucky (en honor a la antigua fábrica de pasta de la zona) ocupa uno de los más importantes ejemplos de arquitectura neogótica aplicada a un edificio industrial, recién transformado en un lujoso cinco estrellas por la cadena Hilton.
También en Giudecca se encuentra uno de los restaurantes más lujosos de la ciudad: el Harry’s Dolci, del mismo dueño del Hotel Cipriani y también del Harry’s Bar en San Marcos. Aun quien no quiera vivir sus días lagunares con tantos lujos, debe visitar Giudecca, caminar por sus callecitas y sus canales en la parte occidental, tomar un aperitivo en la terraza del Molino Stucky, con la vista más hermosa de Venecia, comer frente a la laguna en el restaurante Mistrà del ex astillero de la isla, o visitar la maravillosa Iglesia del Redentor, construida también por Palladio. Esta iglesia es la protagonista de la gran fiesta homónima en memoria de la liberación de la peste del 1577, celebrada cada año el tercer domingo de julio, con la participación de toda la ciudad.
A pocos metros de Giudecca se encuentra otra isla obligada, San Giorgio Maggiore, con otra impresionante iglesia proyectada por Andrea Palladio justo frente a la Plaza de San Marcos. Además de sus proporciones perfectas, pueden disfrutarse ahí las obras de Tintoretto y subir al campanario (la cola es mucho menos ardua que la del campanil de San Marcos), desde donde se alcanza a ver toda la laguna.
Pero además sí hay sitios donde lujo y paz absoluta resultan compatibles: la isla de San Clemente está toda a disposición de los huéspedes del San Clemente Palace, un exclusivo hotel ubicado en el antiguo convento, restaurado con muy buen gusto hace cuatro años. Es un gran lugar para descansar, con magníficos restaurantes, adonde se llega a bordo de una elegante lancha destinada exclusivamente a los visitantes.
Para noches realmente inolvidables hay que reservar una de las suites con vista a la laguna y a Venecia. A la ventana se asoman también a la hermosa iglesia cuatrocentista del convento, donde es posible incluso casarse, con la puesta del sol, cuando hacia el horizonte el cielo se tiñe de rojo detrás del campanario de San Marcos.
Otra opción muy exclusiva es el crucero a bordo de un lujoso bragozzo de vela de 16 metros. Mauro, dueño del barco llamado Eolo y además hábil chef, invita a recorrer la Laguna de Venecia, del norte hasta la hermosa ciudad de Chioggia, en el extremo sur, en un romántico tour de tres días (el alojamiento en las noches es en elegantes villas privadas). Atendidos por un guía además del capitán del barco y los marineros, los huéspedes pueden disfrutar del encanto de las islas, de la quietud de la vida en un barco cómodo y exclusivo, y llevarse para siempre la emoción de una cena a la luz de las velas entre los reflejos y el silencio de la laguna.
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